PESARIOS
El abordaje terapéutico de los prolapsos genitales se constituye en un verdadero desafío, debido a que existen múltiples opciones terapéuticas, incluyendo el manejo expectante, las medidas conservadoras y la cirugía. La selección debe basarse en la magnitud de los síntomas y su impacto en la calidad de vida, las actividades cotidianas y las expectativas de la mujer.
El tratamiento médico conservador incluye la expectación, la fisioterapia del piso pélvico y el uso de pesarios. Es notorio el incremento de la longevidad femenina, observándose en la actualidad como una tendencia creciente, lo cual ha llevado a un aumento de los prolapsos de los órganos pélvicos; esto se relaciona con la afectación de la calidad de vida, los lazos familiares, la sexualidad y la autoestima de las mujeres, sin que la cirugía ofrezca siempre la mejor solución, ya que se ha descrito que las recurrencias, después de la cirugía, son del 22% en la pared anterior, 24% en la posterior y del 30% en la apical, cifra incrementada después de la primera cirugía; por lo tanto, es lógico pensar en opciones terapéuticas no quirúrgicas, constituyéndose los pesarios vaginales en la primera alternativa.
Los pesarios vaginales son dispositivos que proporcionan apoyo anatómico al piso pélvico, y pueden ser utilizados de forma temporal o permanente, proporcionando una adecuada solución en las mujeres que no tienen indicación quirúrgica por alto riesgo anestésico o sin intención de operarse, en mujeres con problemas quirúrgicos, o en espera de la cirugía reconstructiva –evaluadas por médicos que prefieren los pesarios a la cirugía–, en las jóvenes con interés reproductivo y si existe necesidad para conseguir o continuar un embarazo. El soporte que proporcionan los pesarios recoloca, ubica y fija en su sitio los órganos herniados, liberando de presión y permitiendo la irrigación sanguínea y la oxigenación de los tejidos pélvicos y vaginales, lo cual favorece su efectividad e inocuidad. Entre las ventajas del uso de los pesarios, en pacientes con prolapso de órganos pélvicos, sobresalen: ayudan a evitar la progresión o empeoramiento del prolapso; disminuyen el impacto sobre el suelo pélvico durante el ejercicio, además de evitar la aparición de la incontinencia urinaria durante la actividad o el esfuerzo deportivo; facilitan la rehabilitación del suelo pélvico; retrasan e incluso evitan la necesidad de cirugía. Los pesarios están fabricados en plástico o silicona; existe infinidad de formas y tamaños, diseñados de manera específica para tratar los síntomas de los diferentes tipos y grados de prolapso o incontinencia urinaria. Su tamaño es subjetivo; es probable que, en la mujer más joven, el pesario se necesite más grande, mientras que, en la mujer mayor, se necesite un pesario más pequeño; sin embargo, esto dependerá del grado de atrofia, del tamaño del prolapso y de la cavidad vaginal. No suele existir una adaptación adecuada del pesario en aquellas mujeres cuya longitud vaginal es inferior a 6 cm, o si el introito es más amplio al equivalente a 4 dedos y 8 cm. El pesario debe permanecer inserto en su lugar las horas o días recomendados, y no tiene que interferir con las actividades diarias de la mujer como el baño, la micción o la defecación, e incluso la sexualidad; tampoco debe notarse al permanecer en su lugar. Es importante elegir el más grande que se pueda utilizar, de tal forma que la mujer se sienta cómoda; preferiblemente que le quede bien ajustado sin ser percibido. Entre las complicaciones del uso del pesario se destacan: aumento de la secreción vaginal, infección vaginal, erosión y úlceras vaginales, impactación en la vagina, fístulas (vésicovaginal o recto-vaginal), peritonitis, complicaciones intestinales, hidronefrosis, atipias citológicas inflamatorias, atrapamiento del pesario, cáncer vaginal, entre otras.