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El piso pélvico es un grupo de músculos y otros tejidos que forman una especie de cabestrillo o hamaca a través de la pelvis. Junto con los tejidos circundantes, estos músculos mantienen en el lugar los órganos pélvicos como el útero, la vejiga, el recto y los intestinos, para que puedan funcionar correctamente.
La disfunción del piso pélvico es un término que describe un amplio rango de problemas clínicos funcionales agrupados anatómicamente, la causa común es el defecto del soporte anatómico o el daño a la inervación de los músculos, tejidos conectivos de la fascia endopélvica y de su contenido: útero, vagina, vejiga e intestinos.
Los síntomas que con mayor frecuencia resultan de la disfunción del suelo pélvico son incontinencia urinaria y/o fecal, urgencia y frecuencia urinaria y/o fecal, retención urinaria y/o fecal, trastornos sensoriales como dolor pélvico crónico, dolor o malestar vaginal y alteraciones en la función sexual.
Las disfunciones del piso pélvico se producen por el daño acumulado tanto de las estructuras de sostén como de los mecanismos que la controlan. Estos problemas afectan a hombres y mujeres, sin embargo, es más frecuente en mujeres sobre los 40 años y después de la menopausia.
Hay una diferencia entre disfunciones y trastornos del piso pélvico. Las disfunciones del piso pélvico se producen por el daño acumulado tanto de las estructuras de sostén como de los mecanismos que la controlan.
Hay un trastorno del piso pélvico cuando los músculos del piso pélvico y los tejidos conectivos se debilitan o sufren algún daño. Los tipos más comunes de trastornos del piso pélvico son el prolapso de los órganos pélvicos, problemas de control de la vejiga y problemas de control intestinal.